A menudo nos sentimos insatisfechos con la vida que llevamos. Una vida en la que parece que tener un coche más rápido, una casa más grande o una pareja más atractiva nos debe hacer más felices.
Muchas veces no es así, sino que es nuestra incapacidad para poder conformarnos con lo que tenemos, lo que nos hace infelices.
Creemos que nos perdemos oportunidades a lo largo del planeta, ya sean de tipo material o emocional y pasamos a ser esclavos de nuestros deseos y de nuestra libertad para elegir y decidir. Y lo peor es que la mayoría de las veces no nos damos cuenta de la paradoja en la que vivimos.
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