La mañana del día 16 de abril de 1987 parecía una mañana cualquiera, no diferente a todas las mañanas que habían sucedido en el último mes y medio. A las cuatro y media de la tarde había convocada una concentración en el parque de Cupido, tal y como se habían convocado muchas otras a lo largo de marzo y abril, con el fin de que el gobierno se sentara a escuchar en una mesa de trabajo, las peticiones de los trabajadores.
Ese día y también como de costumbre, sobre las 11 de la mañana, se acercan desde los balnearios de Las Caldas y Corconte, los efectivos de la Guardia Civil, con toda la serie de vehículos que solían traer con ellos, tales como todo-terrenos, tanquetas, autobuses y camiones. Aparte de este despliegue rodado, también había apoyo aéreo, con dos helicópteros sobrevolando la ciudad y alrededores.
Pero aquel día había "algo en el ambiente" que presagiaba que iba a ser diferente. Ese día había un número de efectivos de Guardia Civil impresionante (según los testimonios) y en torno a las tres y media, la ciudad estaba prácticamente tomada por las fuerzas del orden. Habían tomado posiciones en todos los callejones cercanos a Cupido, al cuartel y a las cercanías de las vías del tren.
Con el pitido de la llegada del Talgo, Santander-Madrid, a la estación de Reinosa, la Guardia Civil se dispuso a cargar contra cualquiera que estuviera en esos momentos en las calles de Reinosa, sin ningún orden y sin ningún motivo que no fuera el de "escarmentar" a una población indefensa y atemorizada.
Se sucedieron las detenciones indiscriminadas, disparos y golpes a cualquiera que osaba ocupar las calles de la capital de Campoo. No se libraron ni los comercios, ni los bares, ni los establecimientos de ningún tipo, ya que los agentes de la autoridad entraron en cualquier establecimiento que vieron abierto, con el fín de "dar una lección" a "esos salvajes", que habían puesto en evidencia la autoridad de la benemérita días atrás. Las tanquetas fueron utilizadas como vehículos de asalto en sitios donde la gente hacía frente a los agentes y se realizó un uso indiscriminado tanto de gases lacrimógenos como de pelotas de goma, e incluso se encontraron casquillos de bala en algunas puertas de garaje. No había afán de disuasión, sino solamente de venganza.
Numerosos comerciantes sufrieron agresiones en sus propios establecimientos, además de un sinfín de heridos y detenidos, cuyo delito era el de "ocupar la calle". En torno a las seis de la tarde, la Guardia Civil se retiró hasta el cuartel. Momento que aprovecharon todos los ciudadanos, para poder "empezar a creerse" lo que estaba pasando en el pueblo. Muchos no daban crédito a lo sucedido y en corros, compartían las historias personales vividas. Pero la calma poco duraría. En torno a las siete de la tarde y coincidiendo con la llegada del tren Barcelona-Santander, las tanquetas volvieron a tomar la ciudad (hasta 16 vehículos se contaron ese día), y hacer reinar el caos, el pánico y la desolación.
Algunos de los episodios más dantescos de los acontecimientos tuvieron lugar en el ambulatorio, donde los agentes se presentaron ejerciendo bastante violencia verbal y deteniendo alguno de los heridos que había allí. O en la iglesia (no hay que olvidar que el 16 de abril fue Jueves Santo), ya que dispararon pelotas de goma contra las puertas de la misma (había varias personas refugiadas en ella). Aunque sin duda el espectáculo más tétrico fue el ataque e incendio con premeditación de la funeraria. Hacia las 9 de la noche, empezó a sonar la sirena de la Naval, alertando del incendio de la misma. La Guardia Civil había pasado por la funeraria y había arrojado varios botes de humo. La indignación de los ciudadanos no tenía límite.
Mención aparte tienen las detenciones e interrogatorios que se llevaron a cabo en el cuartel, los cuales (según los testimonios), distan mucho de lo que se entiende por un país democrático y tiene más que ver con un estado totalitario y fascista.
En total, hubo 86 pacientes atendidos en el servicio de urgencias, por los hechos ocurridos en Reinosa, entre el 15 y 16 de abril, además de provocar la muerte de Gonzalo.
Lo que ocurrió ese día en Reinosa fue un estado de sitio, no decretado y se utilizaron tácticas militares, con el fin de "escarmentar" a una población, que había puesto en evidencia a un cuerpo de seguridad y a un gobierno socialista que traicionaba a sus votantes y demostraba una falta de escrúpulos y civismo, hasta límites insospechados.
Nota: Este post está basado en fragmentos del libro "Reinosa contra el miedo"
Las fotografías pertenecen a El Diario Montañes
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