Como ya había comentado, tenía intención de hacer un pequeño viajecillo por las zonas cercanas a Toronto. Descartado Nueva York, por la falta de tiempo, decidí apostar por conocer la zona
eminentemente francófona de Canadá. Así que el viernes por la tarde cogí el tren con dirección a Montreal. Allí pasaría la noche del viernes, todo el sábado, y la mañana del domingo. El domingo cogería otro tren con dirección a Quebec city, y allí me quedaría hasta el martes.


El tiempo no me acompañó mucho en Montreal. Frío, viento y lluvia fueron algunos de los
elementos que se dieron cita durante mi estancia, pero bueno, como ya se sabe; "al mal tiempo, buena cara".


Durante mi estancia en Montreal, pude constatar lo que ya me habían advertido; en el estado de Quebec la inmensa mayoría de la población habla francés. Aunque era bastante escéptico al respecto, cuando viajaba en tren, ya me pude hacer una idea de que esta afirmación era correcta.
El caso es que en Montreal, aunque la inmensa mayoría de la gente hable francés por las calles, siempre puedes encontrar a alguien que es capaz de hablar en inglés. (En Quebec, como luego vereis, esto no es tan factible.) Así que ya fuera con mi francés arcaico o con mi inglés más
evolucionado, pude hacerme entender bastante bien.
Con respecto a la ciudad, he de decir que llegué en un fin de semana bastante ocupado, ya que se estaban celebrando en el circuito
Gilles Villeneuve las Nascar Series, un f
estival de cine internacional, y otro festival de gays y lesbianas. Como veis la oferta era variopinta, pero mi tiempo no daba mucho de sí. Me hubiera gustado asistir a la Nascar, por curiosidad más bien, aunque la verdad es que no me atrae mucho un deporte de
rednecks. De todos modos, como curiosidad, os puedo comentar que el estruendo de esos bichos es increible. El circuito estaba en
una isla, fuera del puerto de Montreal, y desde el centro de la ciudad (unos 10 km de distancia),
se podía oir el ruido de los motores . . .

Montreal es un lugar bastante curioso, conserva algo así como un casco histórico (cosa muy difídil de ver en Norteamérica), y calles dedicadas a los oficios de antaño (vamos, como en Europa), pero lo que más me llamó la atención, fué la cantidad de bodas que puede albergar la catedral de Notre-Dame (Nueva Notre Dame), en una mañana de sábado. Unas 4-5 bodas pude ver en el par de horas que estuve por la zona.

También hice una visita al
estadio olímpico, ver la biosfera, las islas de alrededor . . .


