
Animal doméstico, pero no domesticado. Conserva su independencia íntima, jamás se someterá a nadie. Vive junto al hombre, pero no está a su servicio. No tolera a un amo, simplemente tiene un anfitrión del cual se digna a recibir manutención y alojamiento…
Su incorporación a la familia es parcial y muy relativa, nada que ver desde luego, con el nivel de cohabitación conseguido con el perro, animal totalmente identificado con su dueño.
La verdad es que el gato ha sabido interponer, respecto de los seres humanos, una distancia insalvable, regulable según su voluntad.
¿Se imagina alguien a un gato con bozal? Ni siquiera toleraría una correa al cuello: no es cuestión de comodidad física sino de dignidad moral.
Inexplicablemente, el gato unas veces se muestra atento, incluso risueño y dulce; otras veces huraño, desdeñoso y huidizo. Se marcha cuando quiere y sin dar explicaciones…
Pero lo más notable de todo es que, mientras sigue ahí, aunque esté tan sólo a un metro de distancia, aunque esté en brazos de su dueño, permanece extrañamente ausente.
¿Qué hay detrás de la enigmática mirada de un gato?
------José María Cabodevilla “Orar con las cosas”-----
Y vosotros, ¿Os sentis gatos? ¿u otro animal . . .
¿Ó teneis el privilegio de vivir cerca de un gato?
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