Llevamos una racha bastante mala en cuanto a pérdidas de cántabros ilustres. Si hace poco tiempo era "Cioli", el que nos abandonaba, este sábado Cantabria entera lloraba la pérdida de uno de sus mejores embajadores y uno de los mejores jugadores de golf de todos los tiempos.
Se ha dicho mucho durante este fin de semana honrando la figura de Severiano y no voy a ser yo quien la agrande más, sino que solamente incidiré en sus orígenes humildes y su grandeza como persona la cual supo mantener hasta sus últimos días.
Sin duda es un orgullo ser cántabro teniendo a vecinos de la entidad y la talla de Severiano. Hijo de un ganadero y ama de casa no dudó desde bien pequeño que su deporte era el golf y que nada se interpondría en su camino hacia el éxito. Rompió muchas barreras y fué un pionero en muchos ámbitos.
Realmente fue uno de los primeros deportistas españoles (sino el primero) respetado y admirado en el extranjero y allanó el camino para que otros muchos lo pudieran hacer posteriormente. Pero él jamás olvidó sus orígenes y le gustó permanecer en su "tierruca", su amada y singular Pedreña.
Descanse en paz. Ni tu tierra ni tus gentes te olvidarán.
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